La Organización Mundial de la Salud estima que hasta un 80% de las enfermedades crónicas como la diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y ciertos tipos de cáncer pueden prevenirse mediante un estilo de vida saludable. No obstante, las cifras en América Latina muestran una preocupante desconexión entre este conocimiento y la práctica cotidiana.
En el Ecuador, datos del Ministerio de Salud Pública revelan que apenas el 35% de la población realiza actividad física de forma regular. A esto se suma que el 60% mantiene una dieta alta en azúcares y grasas saturadas, factores que incrementan significativamente el riesgo de desarrollar enfermedades metabólicas como la obesidad y la hipertensión.
Además, la evidencia médica demuestra que el estilo de vida tiene un impacto directo en la esperanza y calidad de vida. Dormir adecuadamente, mantenerse hidratado, tener una alimentación balanceada y realizar ejercicio físico con regularidad no solo previenen enfermedades; mejora la salud mental, el estado de ánimo, la movilidad y la autonomía durante la vejez.
Otro aspecto clave es los chequeos que los ciudadanos deben realizarse. Estudios internacionales confirman que las personas que se someten a chequeos médicos regulares tienen hasta un 40% menos de probabilidad de complicaciones graves asociadas a enfermedades crónicas. La detección temprana de factores de riesgo permite tomar decisiones informadas sobre cambios en el estilo de vida o tratamientos oportunos.
Para Julio Tarré, gerente general de Plan Vital es importante cuidar la salud, invertir en nuestro bienestar es vital. La medicina prepagada no solo brinda acceso a atención médica, sino que permite tomar medidas preventivas que nos ayudan a disfrutar de una vejez activa y saludable. Nuestro compromiso es seguir promoviendo el acceso a servicios de salud de calidad para todos”, dijo.
Mientras tanto, los expertos en salud pública coinciden que la educación es un pilar esencial; hablar de bienestar desde edades tempranas, fomentar una cultura del autocuidado y facilitar el acceso a información verificada sobre nutrición y salud emocional pueden generar un cambio estructural en la forma en que la población gestiona su salud.
Finalmente, la buena noticia es que nunca es tarde para empezar. Introducir cambios pequeños pero sostenibles como caminar 30 minutos al día, reducir el consumo de bebidas azucaradas o priorizar el sueño puede marcar una diferencia sustancial en nuestra salud física y mental.



