El feriado de difuntos que inició este jueves 3 de noviembre 2022 a nivel nacional, varias familias acudieron a los cementerios del Distrito Metropolitano de Quito y el país, con la finalidad de visitar y honrar la memoria de sus seres queridos.
Desde muy temprano llegaron al cementerio como del El Tejar para compartir con sus seres queridos que partieron. “Esto con el afán de mantener la tradición en la ciudad y el país”, comentaban entre los asistentes.
En el 2018, el Instituto Metropolitano de Patrimonio (IMP) desarrolló un marco investigativo denominado: ‘Metodologías para la puesta en valor y autogestión del Patrimonio Funerario Rural del Distrito Metropolitano de Quito, el Plan Piloto Calderón’, la cual se sustentó en una visión en torno al valor funerario, que busca entender a la muerte y a sus espacios como lugares donde se asientan y cobran sentido las acciones cotidianas de las poblaciones.
Por lo que, al llegar al cementerio las personas comparten un fuerte sentido de apropiación de prácticas que hablan de la permanencia de un patrimonio cultural vivo e intangible, lleno de valores y costumbres de mucho enjambre tradicional, típicos del ‘Día de los Difuntos’, con una mezcla de rituales y tradiciones ancestrales.
Además, la celebración une la religiosidad, con la cultura indígena. Los familiares suelen compartir alimentos con sus difuntos y elevan una plegaria por el familiar ausente: es un día, no solo, dedicado a los difuntos, sino, que es el tiempo de recordar la importancia que nuestros antepasados tuvieron en nuestra vida.
Otra de las costumbres es la comida para la persona que falleció, es para compartir en familia con las personas enterradas, estamos felices aunque no nos reencontramos con ellos, pero estamos reunidos todos en familia compartiendo el alimento que más les gustaba”, comentaron.
Por ejemplo en Quito, en el cementerio de la Comuna San Miguel, las familias preparan la colada morada, pan de finados y alimentos que eran de preferencia de cada difunto, comparten con sus difuntos y visitantes.
“Esta tradición de comer, conversar y pasar un día con los difuntos, es una tradición de padres a hijos. Para mantener las costumbres y recordar la historia de nuestros antepasados” expresó Rosalina Simbaña.